Cuanto más tiempo pasa, menos cosas son en las que creo. Ya no creo en deidades que nos vigilan para ver si hacemos cosas buenas, Dios no existe y los reyes son los padres, no creo en sistemas políticos de ninguna clase, la democracia es mentira y cualquier alternativa terminaría llendose al garete por el simple hecho de que perpetuar un sistema que funciona es algo que a la mayoría le importa tres cojones (al fin y al cabo, su vida diaria, la de verdad, la que a ellos les toca pasar cada día, es lo más importante). Tampoco creo que la educación sea el elemento definitivo que nos hará libres, claro que ayuda, pero no deja de ser un "instrumento más" que mal utilizado solo nos atrasa.

Sin embargo, en todos estos años, lo único en lo que no he dejado de creer jamás es en el ser humano, como animal, y en el progreso como herramienta definitiva. El hombre nació o bueno, evolucionó (o incluso si creéis que un tipo llegó y lo hizo de barro en seis días o cualquier otra parida del estilo), siendo uno de los entes más débiles de la naturaleza. No teníamos una piel que nos protegiese, unas garras con las que atacar al resto de especies, sistemas defensivos que segregasen veneno o cualquier otra cosa para protegernos como dientes con los que pegar grandes mordiscos. Eramos débiles y estábamos solos, la evolución jugó por completo en contra nuestra, volviéndonos seres menos "aptos" a cada paso evolutivo que dábamos. Sin embargo, el bipedismo (que nos dejaba libres dos manos), el desarrollo de los pulgares y la capacidad del ser humano para progresar le hizo coger un hueso y utilizarlo para cazar, coger dos piedras y hacer fuego, picar piedras hasta conseguir cuchillos, despellejar a los animales para vestirse con su pelaje y así protegerse del frío. El ser humano construyó sus propias herramientas de supervivencia y con los años fue perfeccionándolas; de la caza se pasó a la ganadería porque resultaba más fácil criar vacas que jugártela a cazarlas. Se inventó la agricultura para no tener que ir a buscar frutas y verduras al bosque y inventamos el comercio (primero en forma de trueque y después por medio de la moneda) para intercambiar bienes, aquello que teníamos nosotros podía ser intercambiado por lo que otras personas tenían y nosotros no, equilibrando la balanza.

Por el camino se inventó también el lenguaje escrito, algo básico como instrumento educativo, para perpetuar el pasado y clave para la mensajería. Inventamos la rueda para transportar mercancías, educamos a los animales para utilizarnos en nuestro propio beneficio y en lugar de depender de la búsqueda de cuevas evolucionamos nuestros hogares hasta ser algo que nos ofreciese protección allí donde nos apeteciese construirlo. Y mientras pasaban los años y los milenios el hombre encontraba nuevas maneras de hacer su vida, condenada en principio a la extinción, mucho más fácil. El agua corriente nos permitía no tener que ir a los pozos, el papel sustituyó a la piedra como lugar donde escribir (más fácil de transportar y almacenar). Claro que no todos los inventos fueron buenos, las armas también evolucionaron, volviéndose cada vez más letales, se inventó la religión y se definieron las diferentes clases sociales, pero en lo que se refería a "inventos para facilitar la vida diaria" nuestro cerebro no dejaba de avanzar.

Del carro al barco y el comercio extendido. Las rutas comerciales permitían a personas de todo el mundo comprar cosas que jamás podrían encontrar en su país, cosas que pertenecían a tribus desconocidas que vivían al otro lado del mundo. Las mejoras en la navegación además nos permitieron que ninguna parte del mundo se escapase de nuestra vista. Por el camino matamos a todos los indios y conquistamos un territorio que no era nuestro como si lo fuese por derecho propio, pero como he dicho antes, no todo avanzaba a la misma velocidad, y del mismo modo que siempre ha habido gente para inventar cosas, también ha habido gente cuyo cerebro crecía más lento que el resto.

Con los años sustituimos los caballos y la dependencia del viento por los motores, se inventaron los trenes y la calefacción como un medio más efectivo para mantenernos sanos en invierno. La penicilina serviría para curar enfermedades, los avances en la ciencia medica aumentaron la esperanza de vida humana hasta cotas que años atrás hubiesen sido directamente absurdas. El descubrimiento de la electricidad, la bombilla y el teléfono como métodos de acercarnos más. La radio, un aparato que transmitía por ondas invisibles la voz de alguien hasta otra parte del mundo como por arte de magia. Perfeccionamos la industria con maquinas que realizaban los mismos trabajos de forma más eficiente y rápida y mientras todo aquello pasaba, la mente humana fue adaptándose a los tiempos que corrían; la esclavitud se abolió (para dolencia de muchos), las mujeres comenzaron su eterna lucha por los derechos, las clases sociales fueron perdiendo su exclusividad y la religión perdió importancia.

Es innegable que en todo el tiempo transcurrido en esos últimos temas (los referentes a la mente humana y la evolución del pensamiento) aún nos queda mucho, muchísimo camino por delante, pero es que es muy difícil superar, por muchos inventos que uno tenga, lo que está arraigado en sus genes desde que era un pseudo mono que cogió un hueso para partir y chupar unos huevos.

Y en este siglo todo dio una vuelta más de tuerca con los avances en los medios de comunicación, de la radio a la televisión, que nos permitía ver desde nuestras casas cosas que ocurrían a miles de kilómetros, del coche de caballos al motor de gasolina y del barco, el tren o los propios automóviles al avión, el summum del poder humano desde mi punto de vista, una maquina que surca el cielo desafiando cada segundo la ley de la gravedad. En ese tiempo, y a consecuencia del avance terrorífico que había tomado la cara oculta del progreso (manifestado primero en la segunda guerra mundial y posteriores y terminando en la bomba atómica y armas de equivalente y terrorífica potencia de fuego), aprendimos que existen cosas llamadas derechos humanos y civiles, cosas que aunque no se respetan siempre, al menos ya hemos conseguido identificar (tampoco todo el mundo sabía utilizar o siquiera tenía bombillas cuando se inventaron), la mente humana aprendió con los años a aceptar que existía gente diferente, los prejuicios que creaban los pensamientos totalitarios y la religión fueron dando paso a mentalidades más abiertas, la guerra y la muerte en masa tuvieron una respuesta equivalente en fuerza y opuesta en sentido con los hippies y el ensalzamiento del amor libre.

Ahora vivimos un siglo después y los medios de comunicación han vencido su barrera definitiva, Internet a conectado, sin desfases horarios, a personas de todo el planeta. El mundo está unido a través de la red y los ordenadores, pensamientos que tengo yo en España pueden ser compartidos al instante con gente que reside en el lado opuesto del planeta y yo puedo leer a personas que hablan de temas que me interesan y a las que, de otro modo, jamás hubiese podido escuchar.

Y todo eso no se detiene, como nunca ha hecho y jamás hará porque la capacidad del hombre para su supervivencia, que una vez inventó el fuego y las herramientas para cazar se convirtió en una lucha por hacer su vida más sencilla, es infinita. Somos supervivientes natos, un error maravilloso que debió haber muerto en el mismo momento de su creación, devorado por seres más rápidos, feroces y "aptos" que nosotros. Llevamos 2 millones y medio de años sobre este planeta y gracias a nuestra capacidad de adaptar el entorno en busca de "hacernos la vida más fácil", hemos sobrevivido contra todo pronostico. Hemos sobrevivido a todo, hemos saciado nuestras necesidades, derrotado a las fuerzas de la naturaleza, acabado con enfermedades... ¡Hasta hemos sobrevivido a nuestra propia capacidad destructiva! En el juego de la evolución nadie hubiese apostado jamás un duro por nosotros y sin embargo aquí estamos.

Claro que queda camino por recorrer, a la mente humana le queda todavía mucha expansión (aún hay personas con pensamientos retrógrados, incluso hay gente que cree en Dios y el más allá), pero es que el progreso siempre ha ido por delante de la mentalidad humana, la ciencia siempre ha avanzado mucho más deprisa de lo que el ser humano era capaz de racionalizar, puede que eso explique el motivo de semejantes avances armamentísticos, o puede que simplemente sea porque, por regla general, los innovadores, los inventores y en general, los que poseen una mentalidad futurista (es decir, personas que son capaces de ver "lo que está por venir") han andado siempre por delante del resto de los mortales.

En los últimos tiempos además ese "progreso" ha aumentado su velocidad de forma sustancial. En escasos 100 años la humanidad ha reescrito su modo de vida por completo, mucho más rápido de lo que estábamos preparados para asimilar. Y como siempre ha pasado, el miedo innato del hombre hacía lo que es diferente y hacía lo desconocido (casi todos los conflictos armados de la historia tienen su origen en "miedo a lo diferente") nos hace estar escépticos y asustados contra todo esto del progreso. Para muchos todo esto (y no me refiero solo a la red, hablo en general), toda está evolución y crecimiento, nos vuelve mucho más fríos y distantes con la gente que tenemos al lado. De la época en la que vivíamos en tribus pequeñas a hoy en día no solo han cambiado nuestras comodidades, si no que se ha ido perdiendo la sociabilidad que tenías con tus compañeros de pueblo. Yo por ejemplo no conozco a ninguno de mis vecinos, más que a una, y la conozco porque subió a echarme la bronca por el ruido. Tampoco compro comida en los mercados o las tiendas pequeñas porque prefiero liquidar toda la compra de un tirón en el Carrefour más cercano. Sin embargo no creo que esto nos haya vuelto más fríos, entiendo el punto de vista de la gente que teme a lo que no comprende, pero creo que el único cambio que ha habido es que "la tribu" en la que vivimos ahora es la que nosotros elegimos. Yo no dejaré de irme a tomar cañas con mis amigos, de hacer el amor y enamorarme, de conocer gente que tenga algo que contar, y no importa que pueda hablar con ellos por facebook o por washapp, una buena conversación con una caña bien fría no me la quitará jamás nadie.

Resumiendo, porque esto ya me está quedando demasiado largo, no temáis al progreso, no le deis la espalda o lo rehacéis. El progreso nos hará libres. Cuanto menos tengamos que hacer, más tiempo tendremos para pensar, históricamente, la gente que más a evolucionado su pensamiento siempre han sido personas que no tenían, por lo que fuera, mantener sus mentes ocupadas en el trabajo. Los griegos tenían esclavos para las tareas más chungas y se les ocurrió la democracia. Ahora los avances los frenan desde arriba (iba a poner dos ejemplos de esto, pero lo dejo para otro día), en serio, hay mucho más potencial en el mundo de el que de verdad se ha dado a conocer, energías renovables que verdaderamente funcionan, cultivos aeropónicos que son el siguiente paso sensato en la agricultura, y otro montón de cosas que no se ponen en marcha ni se potencian de ningún modo porque, simplemente, a nivel comercial conviene perpetuar el sistema en el que seguimos viviendo.

Así que no temáis al progreso, temed a aquellos que lo frenan, porque esos son los que os mantienen esclavizados.

No hay comentarios: