El problema. (Introducción y Primera Parte)

Llevo casi toda la cuarentena desconectado de la prensa. Porque los primeros quince o veinte días hubo tal batiburrillo de informaciones continuas y contradictorias que me saturé y decidí alejarme de prácticamente todo lo relativo a la prensa y la actualidad sociopolítica del país.

Hoy he visto unas portadas, sobre todo de medios de derechas, alertando del "fin de la libertad de prensa" y la llegada del autoritarismo gubernamental, y claro, me he preocupado y he buscado información. Resulta que el Gobierno central pretende aprobar una ley (¿o ya la ha aprobado? no me ha quedado claro ese detalle) para reforzar la regulación en contra de las fake news, y en la España polarizada en la que vivimos hoy en día, la derecha parece haber optado por el lado de estar en contra de esto, mientras que la izquierda, por algún motivo que no he sido capaz de comprender, parece estar de acuerdo. Digo "no he sido capaz de comprender" porque a mi me parece que esto es un ultraje a la libertad de prensa clarísimo y algo potencialmente terrorífico, y no hay ningún ángulo desde el que no lo sea. Y sí, es censura. Claro que es censura.

Me siento sucio por estar en el lado de OK Diario y los nazisVOX en cualquier cuestión, pero 2020 está siendo un año rarísimo que solo se pone más marciano con el paso de los días.

Esto va a ser una entrada muy larga, no puedo hablar de las Fake News sin que sea muy larga, ya os voy avisando. O bueno, sí, puedo, pero no me da la gana más bien. Voy a dividir esta entrada en tres partes, en la primera quiero hablar de por qué creo que el problema no son las fake news, en la segunda por qué es peligroso que centremos el problema en ellas y en la tercera en como creo que puede solucionarse el problema de verdad.

Empecemos.




PRIMERA PARTE: Los últimos días del cuarto poder.


Creo que lo más importante a la hora de abordar el tema de las Fake News es entender que las Fake News son un síntoma de un problema mucho más grave. Son el síntoma más fácil de señalar, porque es el problema derivado más grave, más aparentemente presente, y el único que no requiere que hagamos autocrítica, pero desde luego no son EL problema. La crisis del periodismo es EL problema, y la crisis que vive el periodismo nace de un montón de cosas que son mucho más complejas de lo que en un principio podría parecer.

Yo soy un romántico, así que mi manera de ver el periodismo es como la primera línea de defensa que tenemos los ciudadanos frente al poder. Es, o así lo veo yo, la labor del periodista, la de informar al ciudadano de qué están haciendo las personas que mandan, mantenerles al día con la esperanza de que no abusen de ellos sin control. Sí, también tienen que informarte de lo que está aconteciendo en el mundo, por supuesto, pero la labor principal es esa. Si el presidente o la persona en el poder hace algo malo el pueblo necesita saberlo.

Pero claro, como todas estas ideas perfectas y maravillosas, este concepto romántico del cuarto poder que tengo yo no es viable en una sociedad capitalista en donde los medios de comunicación tienen responsabilidades como "pagar sueldos" o "mantener las luces encendidas". En defensa del capitalismo y el libre mercado diré que durante un tiempo las cosas funcionaron más o menos bien, porque había competencia más o menos justa y en más o menos igualdad de condiciones. Cuando no había Internet y la gente tenía que ir a un kiosko a comprar el periódico diariamente para estar informado, la prensa no tenía problema en pagar a sus reporteros y podía centrarse en cosas más propias de su labor, como dar la información bien, pensar antes de escribir, hacer correcciones y todas esas cosas que se le deberían exigir a un medio respetable.

Y entonces llegó Internet.

Internet ha traído un montón de cosas maravillosas, y soy un gran defensor de Internet, pero también ha traído muchas cosas malas, como lo que ha ocurrido con la prensa y los medios de comunicación. Porque la aparición de Internet cambió las reglas del juego tanto y tan rápido que nadie fue capaz de seguirle el paso, que es un poco por lo que estamos en la situación en la que estamos ahora.

Pero ¿Qué es lo que cambió Internet? Para empezar, lo que cambió Internet es el número de competidores y lo justa que era esa competición. El libre mercado solo funciona si las cosas son más o menos justas para todos los implicados, y una vez apareció Internet, en el tema de la prensa... simplemente no lo eran. Y en parte es por culpa de idiotas como yo que, en cuanto pudimos, nos montamos un blog en el que dar nuestras opiniones (mi primer blog yo creo que lo hice con 14 o 15 años) como si le importasen a alguien. Pero no solo blogs, empezaron a aparecer medios digitales; Cuatro amigos con banda ancha y tiempo que perder te podían montar una redacción online de puta madre en media hora. El volumen de "personas dando información" pasó de un limitado número de grandes grupos de prensa que controlaban todo a que cualquier gilipollas con un ordenador pudiese darte las noticias. Y no solo afectó al volumen, afectó a los tiempos en los que se recibían las noticias. En su momento de máximo auge, los periódicos publicaban dos ediciones al día, la de las mañanas y la de las tardes, y luego en la tele/radio tenías una información "más inmediata" que a no ser que hubiese acontecido algo histórico, se daba a unas horas concretas y duraba una duración determinada. Eso era todo. Eso permitía pulir lo que se iba a publicar, pensarlo, matizarlo, contrastarlo y no publicarlo hasta que no fuese la mejor versión posible de esa noticia. Pero Internet cambió eso, porque Internet nos volvió unos animales inmediatos. La información tenía que estar YA, cuando nosotros la quisiesemos. Porque si no nos la das tú nos la dará el de al lado.

Y por encima de todo eso, estaba el tercer gran problema. Lo que había en Internet era gratis.

La democratización de la información es, sobre el papel, una idea fantástica. Todo el mundo, pobre o rico, tiene acceso a esa información. Pero como mi concepto de prensa, no es sostenible. Hace años, cuando la gente empezaba proyectos en Internet, quizás tenía algún plan de mercado, pero en general primaba más el exponerte que el hacer dinero. En general las personas que hacían cosas en Internet se movían bajo una máxima de "vamos a probar a hacer esto y ya pensaremos como viene el dinero más tarde". Pero una empresa que tiene que pagar salarios, facturas, materiales y demás cosas, y que por ello debe cobrar por su producto, no puede competir con eso, claro. No en este sistema.

La consecuencia de esto es que las ventas se desplomaron. Hasta 2008 la cosa aguantó más o menos. Los medios escritos buscaron reinventarse, ofreciendo cosas complementarias al periódico (¿Quién no tiene una colección de DVDs de tal o cual periódico en casa?), y además aún existía cierta responsabilidad entre los ciudadanos por "comprar el periódico". Conservábamos ese rito de ir al kiosko por la mañana a por la prensa. O mandar a los niños el fin de semana a por el pan y el periódico. En mi casa de hecho se compraban dos generalmente. Pero a partir de 2008 las ventas se desplomaron de forma brutal. La prensa escrita se muere. Y menos ventas son menos dinero, menos dinero es más precariedad, y más precariedad es menos calidad. Porque si estás preocupado por pagar las facturas, si tienes esa urgencia, no puedes estar preocupado de hacer tu trabajo bien. Así que hubo un cambio de mentalidad; En lugar de tratar de adaptar Internet a la prensa (que no creo que hubiese podido hacerse) fueron los medios los que se adaptaron a Internet. El clickbait se convirtió en una práctica común, el sensacionalismo, la inmediatez y el shock buscando las visitas, primaron sobre todo lo demás. Necesitaban que la gente entrase en sus páginas a cualquier precio, porque de eso iba el juego ahora.

Mientras todas estas cosas pasaron llegaron a Internet las redes sociales, que son el clavo definitivo que ha matado a la prensa.

Porque lo que hicieron las redes sociales es que nos hincharon el ego. Dejamos de ser "una persona más en el mundo" a "ser una persona en el mundo a la que la gente podía llegar a escuchar". De repente yo podía soltar mis opiniones, informadas o no, en Internet y que la gente me diese la razón y las validase. Esto nos cambió por completo como usuarios, porque antes uno se sabía ignorante, así que cuando no sabía de un tema escuchaba y buscaba información que gente que supiese del tema hubiese dado (o no, pero sus opiniones no pasaban de la barra del bar de la esquina de su barrio), pero ahora ya no. Porque ahora tu cuñado Manolo podía gritar sus movidas en Internet y que otro festival de ignorantes como él le diesen la razón. Y Manolo se sentía muy bien consigo mismo porque si tanta gente le daba la razón, eso debía significar que estaba en lo cierto. Así que Manolo (y Manolo somos desgraciadamente todos) dejó de buscar la opinión de los expertos y empezó a buscar la opinión de aquellos que estaban de acuerdo con él. Se perdió el espíritu crítico porque si mi opinión de base ya tenía validez ¿Por qué iba a tener que cuestionarme nada?

Y con una prensa luchando por tú click el tono de los medios de comunicación cambió. Ya no debían informarte, ahora debían darte la razón. Y no me entendáis mal, todos los medios de comunicación han tenido siempre una opinión y respondían a una ideología concreta. El País no se volvió de izquierdas por culpa de Internet ni El Mundo de derechas. Pero es muy diferente tener una mentalidad concreta a hacer de esa mentalidad concreta tu carta de presentación. Es muy diferente que prime dar la información y esa información se de bajo una lente particular (porque no somos máquinas) a que lo que hay en la lente importe más que la información dada. Ahora, de repente y por primera vez en la historia, eso era lo principal. Los medios dejaron de "tirar un poco hacia un lado" para empezar a ser altavoces para un lado. Porque, insisto, la gente ya no busca informarse, busca tener razón. Ya no necesita que le digas lo que ocurre, necesita que le digas que lo que él piensa es lo que ocurre.

Con ese panorama... ¿Es tan difícil entender que salgan las Fake News?

En estos tiempos de lucha visceral, inmediatez, una absoluta necesidad de agradar que ha radicalizado la opinión pública, el hecho de que algunos medios empezasen a tirarse triples me parece que era una cuestión de tiempo más que otra cosa. Porque los valores sobre los que nacieron los medios de comunicación ya no existen, porque no pueden existir en este panorama distópico, no pueden existir si la situación de la prensa se ha convertido en Mad Max. Porque a día de hoy, si tienes un periódico en donde tienes que pagar a personas y mantener las luces encendidas... no puedes tener valores, porque los valores no pagan facturas, porque la integridad no te da de comer.

Alimañas como Eduardo Inda no nacen solas, surgen por las circunstancias. Inda no es el problema, Inda es la consecuencia de un problema mucho mayor. Inda es el síntoma que nos advierte del cáncer que ha sido la muerte de la prensa. Y centrarse en arreglar a Inda, sin arreglar el problema, es como solo ir al fisioterapeuta porque por culpa de la leucemia te duele el brazo.

Morirse de frio.


Intento no borrar mi huella digital porque en el fondo no deja de ser mi pasado. Podéis iros a las primeras entradas de este blog (no lo hagáis, pero, podéis), que es un blog que abrí hace casi una década, y os encontraréis las reflexiones de un chaval muy imbécil que poco tienen que ver con la persona que soy hoy en día. Sigo siendo un imbécil, claro, pero de una manera distinta.

Y si uno se pusiese a buscar en alguno de mis blogs antiguos (puede que incluso en este mismo haya algo de eso) es posible que se encuentra alguna entrada o crítica escrita por mi, en donde defienda a capa y espada el valor objetivo de una obra artística o en donde trate de definir en términos absolutos qué es o que no es arte.

Como os digo, un chaval imbécil.

Ahora, a mis casi 31, la vida me ha llevado por muchos caminos. Y lo que he aprendido, acerca del arte, y no digo que sea la verdad, digo que es lo que yo personalmente he aprendido, es lo siguiente; El arte no es nada.

Y es más, me atrevería a decir que el arte no existe.

Antes de que los artistas que leáis esto y no estéis de acuerdo os saltéis la cuarentena y vengáis a mi casa a pegarme, dejad que explique por qué digo esto. Considero que el arte no puede definirse porque definirlo es limitarlo, que es un acto que va absolutamente en contra del propio ejercicio creativo. Porque si defines qué es por descarte estás aceptando que hay cosas que no son, que hay un modo de hacer arte que está mal. Pero no puede estar mal porque eso no forma parte del juego. Por no hablar que limitarlo en una definición concreta, excluye por completo al espectador de la obra, que es, creo yo, una parte clave e irreemplazable de la experiencia artística. Una obra no puede estar completa mientras no sea experimentada por alguien. Porque al hacer tu obra estás intentando decir algo, algo propio, algo tuyo. Si solo te lo dices a ti es egocéntrico y masturbatorio, o un post en un blog en Internet, y no una obra artística. Solo cuando lo que has expuesto al mundo es recibido por, bueno, el mundo, está completo.

Si empezamos a limitar el arte en base a que hay cosas que SON y cosas que NO SON, estamos dando por hecho que habrá cosas que sean arte incluso aunque no sean experimentadas por nadie jamás. Que podrías pintar, cuadros toda tu vida y no enseñárselos a nadie, y esos cuadros serían obras maestras atemporales, y eso simplemente no es cierto. Eso por no hablar las preguntas que surgen a raíz de la mera idea de definir el arte de manera limitante, porque ¿En base a qué lo definimos? ¿En base a criterios técnicos? ¿Solo es arte aquello que tenga buena técnica? ¿Y qué es buena técnica? ¿Qué pasa con todos esos artistas cuya técnica fue despreciada en su momento? O tal vez no lo definamos en base a la técnica, a lo mejor lo definimos en base a la opinión de ciertos expertos con autoridad, pero entonces ¿Quienes son esos expertos? ¿En qué se basan? ¿No están solamente dando su opinión? etc. 

Podría seguir un buen rato con esto, pero creo que se entiende la idea.

Además, con los años me he dado cuenta, aunque puede que esto sea una observación equivocada, que las personas que parecen más obsesionadas con definir el arte en términos objetivos, al menos las que lo hacen de manera abierta, se clasifican en dos grandes grupos:

El primer grupo es el de personas sin ningún tipo de conexión real al proceso creativo, más allá de una ligera inquietud o interés. Estas personas son capaces, o han sido capaces en algún momento de sus vidas, de disfrutar de obras de arte, ya sean literatura, cine, música, las artes plásticas o todas a la vez. En general tienden a considerarse a si mismas intelectuales. Sin embargo, como personas absolutamente ajenas al proceso creativo, tienden a perderse en cuanto uno intenta mear un poco fuera del tiesto. Y no hablo en un plano intelectual o de mensaje, si no de forma. Cualquier obra que exija un mínimo de predisposición por parte del espectador, que exija un mínimo de apertura mental y el ir sin pretensiones "a ver que pasa", con ganas de sentir algo y que se te mueva algo, les espanta y les aterra y tienden a no entenderlo. Y como no lo entienden, tiene que ser una mierda, porque lo que ellos han entendido lo han disfrutado.

Este primer grupo valora mucho las obras que llevan muchas horas de trabajo y tienen mucha técnica detrás. Y no me entendáis mal, la técnica y el trabajo son maravillosos, pero no son lo único que hay por más que este primer grupo insista en que lo son. Valoran los clásicos y desprecian cualquier obra pictórica aparecida después del año 1900, a no ser que sea figurativa. Se les reconoce fácil porque son muy de decir "eso cómo va a ser arte SI LO PODRÍA HABER PINTADO UN NIÑO".

El segundo grupo es el comité de expertos. En este caso, a diferencia de los del primer grupo, sí son personas relacionadas al proceso creativo y al mundo artístico, ya sea porque son artistas, críticos o mecenas. Tienden a ser más abiertos de mente que los del primer grupo, sí, pero una vez rascas la superficie te encuentras con los mismos prejuicios expuestos de manera distinta. Dentro de este segundo grupo creo además que hay dos subcategorías; la del mitoplasta, ese para el que "todo lo bueno era lo de antes" (es el que más similitudes comparte con el primer grupo) y la del inmediato, ese para el que todo lo mejor, y todo lo que vale, es lo que sea que está de moda en ese preciso instante. Estos últimos son los típicos que se pasaron hasta 2015 despreciando el reguetón como música para las masas y basura misógina para entretener a idiotas que ahora pierde el culo por ir a alguna fiesta donde pongan oldies de reguetón o le flipa Ms Nina de forma no irónica.

Este comité de expertos parte, o así al menos es como lo interpreto yo, de una necesidad de validación tremenda. Como personas involucradas al proceso creativo, es gente que ha dedicado tanto tiempo a una actividad o una disciplina artística que necesita saber que ha servido para algo más allá de su propia satisfacción. Necesita saber, o más bien necesita que el mundo le diga, que es un experto en lo suyo. Que su opinión vale. Que ha ganado. Necesitan que el mundo les de ese premio porque, de lo contrario, todo lo que han hecho hasta ahora habría sido en balde, y eso no puede ser. Necesitan esa validación porque si no, haber trasnochado para escribir una entrada larguísma sobre algo tan poco popular y que va a interesar a tan poca gente como un futil intento de responder a la pregunta "¿Qué es el arte?", en un blog muerto en el que no publican nada desde hace años habría sido una absoluta pérdida de tiempo.

Y la cosa es, o al menos así es como yo la veo, que no pasa nada. El arte es una cuestión mucho más nihilista y sin sentido de lo que nadie parece atreverse a reconocer y no hay nada de malo en ello, y la única persona que necesita validar tus opiniones acerca del tema eres tú mismo.

Quiero matizar porque no lo he mencionado antes, que cuando digo que "el arte no es nada" o hablo de los expertos en ningún momento estoy buscando quitarle valor o importancia a cosas como la crítica profesional o las escuelas de arte, que considero pilares fundamentales de todo el proceso creativo. Puede que en una academia de arte no vayan a enseñarte a hacer arte, porque, como he dicho, el arte no es nada y por tanto no se puede enseñar, pero es que no existen para eso. Las escuelas de arte buscan darte herramientas para que luego tú vayas y puedas expresar lo que quieras expresar de la mejor manera posible, por no hablar de que, y aquí sí que entra mi experiencia personal, creo que rodearte de gente creativa es la mejor manera de disparar la parte del cerebro que impulsa la creatividad. Creo que la retroalimentación en ese tipo de entornos es clave para mejorar.

No se si diría que ir a una escuela a que te enseñen a pintar es necesariamente obligatorio, porque conozco mucha gente autodidacta a la que le ha ido bien, pero desde luego es una experiencia que yo siempre recomendaré y que siempre aconsejaré a la gente que la tenga, sobre todo a los jóvenes que puedan leer esto y piensen que no la necesitan (been there, done that).

Y en cuanto a los críticos; ¿Cómo meterme con los críticos cuando yo he sido uno de ellos? He empezado diciendo que tener espectadores es lo que hace que una obra deje de ser algo que has hecho y empiece a ser una obra, y en esos espectadores entran los críticos. El problema surge si empezamos a considerar la opinión de estos espectadores expertos como la verdad, que es algo que nunca deberíamos hacer y algo que no creo que ningún crítico que merezca un mínimo de respeto pretende hacer jamás. Creo que un crítico que merezca respeto es capaz de comprender que su profesión se basa en dar su opinión personal acerca de las cosas, ni más ni menos, y que su labor existe para dar al resto de espectadores (tanto los que opinan como el crítico como los que no), un marco de referencia antes de abordar cualquier cosa.

No son más que guías, y su trabajo no debería considerarse más que eso. Lo digo porque ahora se tiende mucho, sobre todo en ciertas zonas de Internet, a blandir las críticas (tanto para bien como para mal) como arma para atacar a los que no opinan como uno mismo. Y de eso no se trata tampoco. Vuelvo a insistir en todo eso del nihilismo y el sinsentido de lo que hablaba antes.

Llegados a este punto, surge la siguiente pregunta; Si el arte no es nada ¿Significa eso que todo es arte?

La respuesta a eso, para mi al menos, es que sí y no. Sí, en el sentido que todo me parece equiparable, no en el sentido de que nada es arte así que no, nada lo es, no es un tema de que todo lo sea, es que, como ya he dicho, el arte como concepto abstracto en los términos en los que buscamos definirlo siempre es contrario a la actividad creativa. Porque no puedes limitarlo. No va de eso el hacer cosas. El arte para mi, no es más que una expresión. Es una persona que quiere decir algo, en la forma que sea, y que puede ser un concepto concreto o un concepto abstracto, o simplemente quiere contar una historia que entretenga, y la cuenta a través de un lenguaje distinto, uno que, si todo funciona, traslada emociones al receptor. No puedes limitar eso.

El otro día (el otro día cuando escribo estas líneas) se viralizó en Twitter una imagen que decía algo así como "consumes entretenimiento y piensas que estás consumiendo arte" (no encuentro la imagen, no me acuerdo exactamente lo que decía), que es una afirmación que me he ido encontrando, y hasta puede que yo haya dicho, a lo largo de mi vida en muchos sitios. Es esa idea de que si es entretenido, o si solo busca ser entretenido, no puede ser arte, porque el arte tiene que ir más allá o lo que sea. Pero esa idea descarta prácticamente toda la música, literatura y arte pictórico clásicos, todas las grandes obras que se hacían por encargo para entretener o decorar los salones de nobles millonarios. Obras que, nadie en su sano juicio discutiría como obras de arte, que, sin embargo no dejaron de ser cosas hechas para entretener.

Sin embargo cuando se hacen cosas sin pretensiones ahora se desprecian.

¿Sabéis qué canción es Mi gente? Es una canción que J Balvin, reguetonero colombiano, en colaboración con Willy William, DJ y cantante francés, sacaron en 2017. La cosa es que esta canción es un remix de otra que Willy William sacó dos meses antes, titulada Voodo Song, tema que a su vez está sampleando un fragmento de la canción Heila Duila Nach, una canción que un tal Akassh, compositor y productor de música de la India (muy famoso según la wikipedia), hizo para la película Ami Tomar Hote Chai.

No se si atreverme a decir que Mi gente es arte, lo que sí se es que no me puedo decir que no tenga un proceso creativo/artístico o lo que sea detrás. Porque a pesar de ser un tema comercial que es un remix de un remix y una canción que no busca nada más que hacerme bailar y moverme, es una canción en donde los aportes y los añadidos (frente a Voodoo Song) me parecen lo suficientemente claros como para poder decir que el aporte creativo de J Balvin (y quien sea que les ayudó en la producción) es importante para su éxito, para poder decir que a pesar de su condición de refrito del refrito, hay algo en ella que la hace única. Y no, no voy a usar la palabra flow porque qué puto asco la palabra flow.

No puedo descartar o desmerecer esa canción, o cualquier otra, porque, para mi, el proceso artístico es expresión, es soltar al mundo lo que quieres soltar, ya sea algo con significado, profundidad, algo sentimental o algo que simplemente te apetece hacer por el mero hecho de que te apetece hacer, y que un público lo reciba y lo experimente cada uno a su manera. No es ni más ni menos que eso. Y, en ese sentido, Mi gente hace eso.

Hay un rollo muy elitista en menospreciar algo por ser un mero entretinimiento para las masas. Que lo entiendo, yo mismo era muy de caer en eso (y aún caigo, porque ya he dicho hace como 150 párrafos que sigo siendo un gilipollas), era muy de querer sentirme superior o que tenía un conocimiento que el resto no tenían y eso ya me hacía mejor y por eso yo apreciaba X movida mientras que los putos normies apreciaban Y. Es una fantasía muy de persona lista.

Pero no deja de ser eso. Una fantasía.

La realidad, y ya voy cerrando, creo que es muy distinta; Considero que el arte no es nada, porque no puede ser nada. No hay que buscar una definición porque no necesita una definición, porque las definiciones limitan. Y no hay nada de malo en que el arte no sea nada, porque las cosas no tienen que tener siempre un sentido para hacerse. Las cosas pueden simplemente hacerse y ya.

Nihilismo. Entropía. Nada importa y las cosas simplemente pasan.

Como la vida, en el fondo.




Y si todavía necesitáis una respuesta a la pregunta de "¿Qué es el arte?" siempre podemos tirar por los clásicos y decir que "El Arte es morirte de frío".

Presidente por accidente.

Lo consiguió Pedrito.

Como son las cosas que quien fuese hace unos años el mayor cero a la izquierda de la actualidad política, no sólo es ahora la persona más importante, si no que ha revalidado su presidencia (de tránsito tras la moción de censura) no en una, si no en dos elecciones. Y después de meses de discusiones que no iban a ningún sitio, de mucho hablar, pactar y decir con este no y este tampoco, ahora, por fin, parece que le van a apoyar en el Congreso. Le ha costado, pero lo ha conseguido. El sueño americano en versión patria. Los años 20 no podían haber comenzado más locos.

Y todo se lo debemos a VOX.

La subida del partido de los nazis de Abascal en un momento político tan frágil como el que vive España ahora mismo, ha sido el terremoto que ha terminado de dividir nuestro país en dos. En la España de los "Españoles de Verdad™" y la de los que, como el que escribe estas líneas, debemos ser antiespañoles, comunistas, filoetarras, bolivarianos, o todo a la vez, pero no auténticos patriotas. La locura reaccionaria que ha infectado a la mitad del país, y que ha convertido al partido Verde en la tercera fuerza política y en los representantes de la España rural (a pesar de que sus cuatro caras visibles sean un tío que se apellida Ortega Smith, un tío que solo se ha dedicado a ser político y chupar de la teta del estado desde los 18, el hijo de un marqués y su mujer -e hija de un magnate cubano) ha infundido suficiente miedo en sus rivales como para que apoyar al PSOE de Sánchez no parezca tan mala idea, y que al partido de los EREs y los GAL, meter a los de Iglesias en los ministerios les parezca fenomenal.

Ojalá Pedro se lo agradezca en su discurso presidencial. Ojalá le eche cojones y diga algo como "y quiero agradecerselo a mi amigo Santi, sin el cual nada de esto hubiese sido posible" no lo va a hacer claro, pero sería gracioso.

Habrá que ver qué pasa ahora. Con fortuna no pasará nada. Serán los cuatro años de calma chicha que tanto necesita España. Algo que ayude a calmar los ánimos y equilibrar las cabezas, y con suerte hasta saque a los tarados mentales de Abascal de las instituciones. No va a pasar, claro que no, pero uno puede soñar.