El ciudadano bipolar

Vivimos en un país cada vez más polarizado. Basta con leer Twitter una vez a la semana o mirar la sección de comentarios de cualquier columna de opinión para darse cuenta de que la gente usa con toda la tranquilidad del mundo, la demagogia más barata para desacreditar a sus enemigos, y eso los listos, los tontos se limitan a poner #HIJOPUTADEMIERDAOJALATEMUERAS y ya se quedan satisfechos. Ser de derechas o de izquierdas ha pasado de ser "tu ideología" a "tú", y la radicalización de las ideas nunca ha llevado a nada bueno.

Lo curioso es que, a pesar de nuestro, cada vez mayor, extremismo ideológico y la violencia verbal de las redes sociales (y las manifestaciones y todo) nos autoconvencemos de que somos ciudadanos que respetan y civilizados. Odiamos hasta tal punto nuestra parte animal que la negamos, a pesar de que nuestro borreguismo ideológico no haga si no sacar a la luz que, si no fuese por esa convicción extrema de que la violencia "está mal vista" hace años que le hubiésemos partido la cabeza a nuestro vecino con un hueso. Vivimos negando nuestra naturaleza en el mundo real pero comportándonos como animales en las redes sociales. Somos los ciudadanos bipolares.

Izquierda y Derecha viven cada vez más alejadas la una de la otra, ambas convencidas de ser poseedores de LA VERDAD. La división del país en bandos absolutos. Una amiga me decía el otro día (de hecho me lo ha dicho mucho otra gente estos últimos meses) que el cambio social puede llegar de forma pacifica, que se puede cambiar el sistema sin violencia. A mi me gustaría creerla, pero yo lo que veo son más bandos cada vez. Y de momento nuestra bipolaridad, nuestro conflicto interior entre civisimo e ideología, lo va ganando el civismo.

Pero no tengo todas conmigo de que eso vaya a ser así siempre.







-Este blog está medio cerrado. Lo usaré de vez en cuando, pero para leer algo más regular tenéis que ir a este otro blog de mierda-