Si fuese el presidente del mundo (un cargo que me acabo de inventar y que requeriría de haber dominado previamente a toda la humanidad) prohibiría los aplausos. No todos claro, la gente podría seguir aplaudiendo en momentos verdaderamente bonitos o incluso al final de las canciones en un concierto o de los actos en una obra de teatro, pero prohibiría los aplausos gratuitos. Esos aplausos que interrumpen el discurso del interlocutor y que se dan, principalmente, en charlas, monólogos y programas de televisión. La persona que está hablando dice una cosa obvia y objetivamente "bonita" con la que todo el mundo está de acuerdo y comienzan aplausos como si nadie jamás, en toda la historia de la humanidad, hubiese dicho nada tan inteligente.

Me saca de quicio.

Claro que peor los aplausos de sordos. No me malinterpreteis, entiendo que para un sordo es mejor, más practico, pero para gente con las capacidades auditivas funcionando bien queda muy raro un silencio sepulcral y miles de personas con las manos levantadas moviéndolas. Es un poco siniestro incluso.



Pero tranquilos, de momento no tengo planes de dominación mundial (al menos ninguno en marcha) con lo que podéis seguir aplaudiendo como gilipollas tranquilos. Solo os odiare por lo bajo y os acumulareis en esa bola negra de pura maldad que crece en mi interior cada vez que veo comentarios de "has perdido un..." o libros de Paulo Coehlo.

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