En 1986 DC publicó una miniserie escrita y dibujada por Frank Miller conocida cómo "El regreso del señor de la noche". La historia, que pasaría a convertirse en uno de los mejores cómics de la historia, trata en cierto modo sobre la inevitable muerte de Batman, al tiempo que aprovecha para definir que es lo que convierte al murciélago en lo que es. Claro que es una visión absolutamente exagerada del detective, presentándolo cómo un sociopata obsesionado con su lucha contra los criminales que decide volver a vestirse de Batman (en un mundo que ha prohibido los superhéroes) más por puras ganas de partirle la cabeza a alguien que otra cosa. Es un Batman violento y viejo, sin filtros, y esa versión exagerada y extrema del personaje sirve para acentuar el sentimiento general de la obra de que uno se encuentra ante los días finales del personaje.

20 años después, DC intentaba luchar contra Marvel y su universo Ultimate cuando se les ocurrió la idea de los "All-Star...". Estas miniseries presentarían a los héroes clásicos de DC pero alejados de su continuidad original, lo que daba la posibilidad a los autores de hacer de verdad lo que les diese la gana con los personajes. Hasta donde sé el proyecto solo abarcó dos miniseries, una de Batman sobre el origen de Robin que debe de ser horrorosa (y que irónicamente escribió Frank Miller) y otra sobre Superman, de la que vamos a hablar ahora. Para la de Superman DC llamó a Grant Morrison, uno de los mejores escritores de cómic contemporáneos que por aquel entonces acababa de terminar (por decir algo, habían pasado dos años) de maravillar al mundo con la que posiblemente sea la segunda mejor etapa de los mutantes de Marvel, la serie New X-Men. Morrison no era un novato ni mucho menos y para el proyecto contó (desconozco si idea suya o de la editorial) con uno de sus colaboradores habituales, Frank Quitely, que es a muchos niveles para los dibujantes de cómics contemporáneos lo que Morrison es para el guión.

La idea de Morrison terminó resultando, no se si intencionadamente, en una revisión de "El regreso del señor de la noche" de Superman. Lo que en la obra de Frank Miller era un futuro distópico en el que la Guerra Fria no se había detenido si no que estaba en su peor momento y en el que los héroes habían dejado de ejercer por orden del gobierno (¿Cómo? ¿Qué eso ya lo había hecho Watchmen? ¡Qué va!) en este caso es un presente lleno de luz, exactamente lo que es Metrópolis a diferencia de Gotham. Lo que en el cómic del murciélago era un héroe más exagerado y loco que nunca en esta es un hombre del mañana más perfecto y poderoso de lo que ha sido nunca, y lo que eran luchas contra viejos enemigos, bandas nuevas y tejemanejes políticos, en este son doce trabajos. Pero a grandes rasgos la forma de acercarse a las bases del mito de Superman a través de la exageración de sus virtudes, la sombra de la muerte ciñéndose sobre el héroe constantemente y demás no deja de ser lo mismo que hicieron en 1986 con Batman.


Y cómo aquel, este All-Star Superman funciona perfecctamente. Si algún día os habéis preguntado que hace a Superman lo que es y porque es un personaje tan jodidamente bueno, este es vuestro cómic. Porque presenta a un héroe invencible y capaz de todo (hay en un momento dado que Superman crea vida) y a la vez a un hombre que ve que su vida se acaba y que, cómo cualquier hombre que ve que su vida se acaba, se plantea si ha merecido la pena y si ha cumplido todas las cosas que tenía pensado hacer. Es una historia épica, divertida, graciosa y dramática, que es cómo deberían de ser todos los cómics que merecen la pena. Por supuesto que algunos capítulos merecen más la pena que otros, pero la constante duda de si al final el héroe morirá o no (y cómo y cuando ocurrirá) ayuda a hacerlo más llevadero. Además, incluso el peor de los capítulos tiene algo que hace que merezca la pena que se lea.

Pero nada sería de un cómic sin sus dibujos, y en este caso toca hablar de alguien polémico y que, aunque realmente esté bastante aceptado, sigue siendo uno de esos autores que o amas o odias. Personalmente amo el trabajo de Frank Quitely, pero porque soy un gran fan de los autores con personalidad y de los dibujantes que intentan darle ese toque pseudo-europeo al cómic clásico americano. En este caso particular Quitely se marca el que es sin duda el mejor trabajo de su carrera. Cuando tiene que ser épico es Braveheart, cuando tiene que ser espectacular deja en bragas a la mejor superproducción de Hollywood y cuando se pone dramático te saltan las lagrimillas. El acting de sus personajes, algo a lo que no se le da suficiente importancia es impresionante, Superman es una persona y Clark Kent es otra diferente, hace lo que hacía Cristopher Reeve en la película de Richard Donner pero a través del dibujo (y, porque no decirlo, mejor). Su narrativa además es de otro planeta en algunos momentos, arriesgando y jugando con la página y sus limitaciones cómo solo pueden hacer los grandes.

Antes de leer este cómic ya me gustaba Quitely, ahora está en mi top de dibujantes favoritos de la historia.

En definitiva este cómic es un "must read". No es "El regreso del señor de la noche", pero es una deconstrucción genial del mito de Superman, una obra maestra perpetrada por uno de los mejores equipos de autores del cómic contemporaneo.

(por cierto, hay una película de animación muy chula basada en el cómic que también os recomiendo).

1 comentario:

Bosco dijo...

Llevo mucho tiempo queriendo leerlo y ahora que lo has puesto tan bien tengo más ganas aún! A ver si me lo compro el mes que viene o así.