Hace cuatro años

Creo que es justo considerar aquel 2011 como el año en el que las cosas empezaron a cambiar. El 15-M nos llenó de esperanza y nos demostró que había mucha gente que aún creía que las cosas podían ser de otra manera. Aún recuerdo cuando la persona con la que estaba entonces prácticamente me obligó a ir de resaca a la manifestación porque me dijo que se iba a liar una gorda y mi sorpresa al ver que tenía razón, que aquella convocatoria online era lo más masivo en lo que había estado.

En serio, aquel 15-M, y todo el tiempo que duró el poblado en Sol, fue un tiempo mágico en el que parecía que las cosas podían ser mejor.

Hace cuatro años la derecha sin embargo triunfó en las elecciones. Dos veces. Pero era normal, el movimiento empezó tarde y no se puede cambiar las ideas de la gente de la noche a la mañana.

Curiosamente por aquel entonces el movimiento se consideraba a si mismo apolítico. No tenían afiliación alguna con ningún partido, a pesar de los esfuerzos de muchos por apoderarse del mismo (te estoy mirando a ti, Izquierda Unida), de hecho, hace cuatro años en una de las asambleas contemplé como los participantes abucheaban a un tipo que se subió a sugerir que de aquella fuerza era necesario que surgiese un partido político que focalizase y legitimase las ideas del movimiento.

Se le abucheo. Ojo. En ese punto estábamos hace cuatro años.

Por aquel entonces yo también creía que lo que hacía falta era un líder que centrase al movimiento. No soy muy partidario de los líderes en general, pero si que creía necesario que el movimiento dejase de estar tan desperdigado. Lo peor que surgió del 15-M y el poblado (y que en el fondo creo que es mi mayor problema con la izquierda de este país) es que todas las ideologías eran bienvenidas y todas las quejas eran escuchadas. Lo que había empezado como un movimiento para mejorar el sistema democrático derivó en muy poco tiempo en un pequeño campamento en el que se podía protestar por absolutamente todo. Desde los derechos de la mujer hasta los derechos de los habitantes del Sahara (coincidió en el tiempo con el boom que hubo en Madrid por los derechos Saharahuis -¿Qué fue de aquello por cierto? ¿Siguen luchando?). Aquello era un caos ideológico, un batiburrillo de buenas ideas que no llevaba a ninguna parte, y que en el fondo fueron lo que provocó que nunca terminase de entrar en el tema y mi implicación fuese de espectador solamente.

Así que yo, persona que se considera anarquista, vi la necesidad de un líder que dirigiese los esfuerzos del movimiento. Casi me da vergüenza escribir esto.




En fin, cuatro años después aquí estamos. Sol hoy está lleno de gente indignada de nuevo. Mucha más que hace cuatro años, pero esta vez convocados por una organización política con un líder carismático al frente. Y yo no he ido esta vez precisamente por eso. Me alegra ver a tanta gente y me emociona. Me trae el recuerdo de lo que sentí aquel domingo de Mayo y se me ponen los pelos de punta otra vez. Pero luego veo tanto morado y... y no puedo, lo siento. 

Podemos eran necesarios.

Pero que entienda que eran necesarios no implica que me gusten o que me tenga que fiar de ellos.

Hay que ser positivo de todos modos, ánimo a todos los que estáis hoy en la plaza, me habéis conseguido emocionar. Me habéis devuelto la ilusión en el cambio como me la devolvió aquel domingo hace cuatro años.

No hay comentarios: